miércoles, 27 de febrero de 2008

Julito Cabello: Me creí Bob Cabello


OK. Estoy un poco viejo para ver Bob Esponja, pero igual tengo una obsesión que me corroe: ¿cómo diablos se hace una cangreburger, ah?


Todo esto empezó cuando mi papá me invitó a un restaurante llamado Frederick´s. Estaba todo bien hasta que llegó un plato de mi papá, con unas croquetas de jaiba. Así, tal cual: como unas hamburguesas chicas y súper marinas.


Entonces mi mente criminal comenzó a funcionar sin previo aviso: ¿serán así las cangreburgers? ¿podré yo descubrir la receta de don Cangrejo antes que Plancton?, ¿podré ser YO el emperador indiscutido de Fondo de Bikini? Cric, cric. Efecto grillo.


Ya. Ya lo sé: Parezco cabro de jardín infantil, pero es el niño que llevo en mi interior. No puedo evitarlo, ¿ok? Entonces, tenía que armar un plan para lograr la cangreburger perfecta. Primero, convencer a la Clementina –mi adorada y paleozoica nana– para que hiciera pan de alga. Le pedí que hiciera pan amasado y cuando se dio vuelta (y se da vuelta en cámara lenta), le puse a la masa unos pedacitos de alga que mi papá tiene para hacer sushi.


¿El resultado de este primer paso experimental? Pan para focas. Un asco. Del horno salía un olor como el de los cochayuyos secándose en la playa. ¡Aarrgh!


Luego vino la hamburguesa de jaiba. Tenía que convencer a mi papá de ser el socio capitalista. Y no fue difícil. Puse mis ojos de "niño interesado en ser igual a su papito" y le dije: "¿Crees tú que podríamos cocinar algo parecido a lo que comimos en Frederick´s?"


.Mi papá quedó paralelo con tanto interés de mi parte. Y dijo al tiro que sí. Se puso a buscar recetas en sus libros de cocina tailandesa (porque, según él, la receta era de allá) y la encontró. Al día siguiente, que era sábado, se fue tempranito al supermercado y se puso a cocinar. Todo parecía perfecto, pero de repente el olor que salió parecía el de una ballena varada pudriéndose.


Mi mamá pegó un grito fenomenal al sentir el aroma, nos sacó a todos de la casa y nos llevó a su restaurante vegetariano favorito. Cuando volvimos, la casa seguía pestilente. "Como el Oloroso Pete" decía mi hermanito Beltrán, acordándose del juguete que se tiraba peos en Toy Story 2. Y yo, que no quería ceder, me acerqué a la famosa salsa de pescado tailandesa.Se pasó: la olí y juré no comer pescado en un año. Si hasta veo Bon Esponja y me dan náuseas. La dura: por ahora, prefiero la vacaburger no más.

No hay comentarios: